I
“La puerta del bar”
Aparcan en una estación de servicio. El hijo lleva el coche a repostar y cuando entra en el bar, en vez de encontrarse a gente de su época, se encontraron a gente de hace cien años. ¡Habían viajado en el tiempo al entrar por la puerta del bar!
Alguien se les acercó y les dijo: - Soy el “sheriff” del tiempo. Habéis viajado hasta esta dimensión; pero para poder salir de aquí tendréis que buscar otro portal a vuestra dimensión. ¡Suerte!
Y así es como comenzó el viaje del padre y del hijo. Fueron a repostar y ahora tendrían que buscar un portal para volver a su dimensión. ¡Qué burrada!
Valeria García Kungurova, 1º A ESO
II
Aparcan en una estación de servicio. El hijo lleva el coche a repostar y cuando entra en el bar, todo está tranquilo hasta que un hombre encapuchado se le acerca y pide dos copas. Su voz le resulta familiar… Empiezan a hablar como si se conocieran de toda la vida, hasta que el chico ve una cicatriz idéntica a la suya, como también tenía su gemelo, muerto hace ya quince años.
-Tenemos mucho de lo que hablar- le dice el hombre.
Seguidamente se quita la capucha, se saca un calmante y deja dormido a su gemelo.
Cristina Martínez del Amo, 2º B ESO
III
“El bar maldito de las almas perdidas”
Aparcan en una estación de servicio. El hijo lleva el coche a repostar y cuando entra en el bar se encontró con quien menos se esperaba: su hermano pequeño; pero esto era imposible porque su hermano había muerto hacía más de 10 años. Además, él veía a su hermano con la misma edad con la que murió; es decir, parecía que no había pasado el tiempo. Había algo raro en él, tenía un tono de piel muy pálido.
En ese momento, su hermano le empezó a llamar. Rápidamente fue a abrazarlo; pero como si de un fantasma se tratara, lo atravesó. Enseguida vio que el resto de la gente era igual que su hermano, excepto el camarero, que parecía normal. Le preguntó qué ocurría y el camarero le respondió:
-”Bienvenido al bar de las almas perdidas. Veo que has venido a sustituirme…”
Alfonso de la Rosa, 3º C ESO
Aparcan en una estación de servicio. El hijo lleva el coche a repostar y cuando entra en el bar mira a su alrededor, se sienta y pide un café. Llevan horas conduciendo sin ver nada más que carreteras y colinas; necesita un descanso. Cada semana cogen el coche y cambian de casa, por lo que no tienen hogar fijo. En ese momento, en la vieja tele del bar se anuncia que por fin se ha descubierto la identidad del asesino al que llevaban más de tres meses siguiendo la pista. Aparece un dibujo de este hombre creado por la policía con la ayuda de la Inteligancia Artificial.
Y él se queda paralizado, pues por fin entiende el motivo de todos los viajes en coche que hicieron su padre y él.
María de la Orden, 4º C ESO
V
Aparcan en una estación de servicio. El hijo lleva el coche a repostar y cuando entra en el bar se encuentra con una fotografía enmarcada en la pared. La imagen le resulta extrañamente familiar. Un hombre y un niño sonríen junto a un coche antiguo. Se acerca con el corazón acelerado.
-¿Quiénes son? Pregunta al camarero.
-El dueño de este lugar y su hijo. Él desapareció hace años.
El joven siente un escalofrío. El niño de la foto...es él
Juan José de Quer de Marcos, 1º D Bachillerato
VI
Aparcan en una estación de servicio. El hijo lleva el coche a repostar y cuando entran en el bar, el tiempo cambia. No es una tormenta ni una brisa repentina. Es el tiempo mismo, que se estira y se pliega. De pronto, las mesas tienen ceniceros y los camareros llevan pajarita. Su madre ya no está en el asiento trasero del coche, sino en la barra, veinte años más joven, removiendo un café.
- ¿Te encuentras bien?- le pregunta ella.
Él retrocede, aturdido. Se ve reflejado en el espejo del bar y no es él: es su padre. Corre hacia la puerta, pero la gasolinera ya no está. Solo una carretera y el eco de una canción que nunca había escuchado y que, sin embargo, conoce de memoria.
Manuel Arévalo Carlavilla, 2º B Bachillerato
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