Las inundaciones recientes en Valencia, provocadas por una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), han dejado un rastro de devastación y un balance humano y material difícil de asumir. Este fenómeno meteorológico, caracterizado por la presencia de aire frío en las capas altas de la atmósfera que interactúa con aire cálido y húmedo, generó lluvias torrenciales que anegaron calles, arrasaron viviendas y dejaron más de 200 víctimas mortales y decenas de desaparecidos. Además, las acumulaciones de agua y lodo en las ciudades afectadas han creado un riesgo para la salud pública significativo, complicando aún más la recuperación de las comunidades golpeadas por la tragedia.
Este tipo de
catástrofes nos enfrenta a una dura realidad: lo frágil que es todo aquello que
a menudo consideramos importante. Como reflexiona Jorge Manrique en sus Coplas
por la muerte de su padre (1476), las cosas que perseguimos con tanto esfuerzo
ya sean bienes materiales, poder o estatus, a menudo desaparecen, antes incluso
de que nuestra propia vida llegue a su fin. Manrique lo describe perfectamente:
"Ved de cuán
poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que
muramos
las perdemos".
Estos versos,
escritos hace casi seis siglos, cobran una vigencia estremecedora cuando
contemplamos cómo el agua, en cuestión de horas, puede borrar años de trabajo,
esfuerzo y recuerdos. Las pérdidas materiales y humanas en Valencia son
devastadoras, pero también nos invitan a reflexionar sobre nuestras prioridades
como sociedad y como individuos. En un mundo marcado por la prisa y el deseo de
acumular más, las catástrofes como esta nos recuerdan que lo esencial no está
en lo que poseemos, sino en cómo vivimos y en cómo enfrentamos la adversidad.
Las inundaciones, que no discriminan entre ricos y pobres, entre poderosos y
humildes, nos igualan y nos enseñan que lo realmente valioso no puede ser
barrido por una tormenta. Jorge Manrique también nos habla del paso del tiempo
y de cómo este deshace lo que creemos eterno:
"De ellas deshace la edad,
de ellas casos desastrados
que acaecen."
Estas palabras resuenan en lo que ha sucedido en Valencia, donde la fuerza de la naturaleza nos mostró una vez más que lo material es pasajero. Sin embargo, en medio del barro y la destrucción, también surgen ejemplos de humanidad y solidaridad, de vecinos ayudando a vecinos, de voluntarios trabajando para reconstruir lo perdido. Estos actos, más que cualquier posesión, son los que verdaderamente perduran con el paso del tiempo. El impacto de esta tragedia debe ser una lección sobre lo que realmente importa. Aprovechando el mensaje de Manrique, podemos repensar nuestras prioridades y construir un futuro donde lo esencial no sea lo que poseemos, sino lo que compartimos. A pesar de lo que nos ha arrebatado la DANA, podemos encontrar fuerza en la memoria y la unión.
Amira Tennaz, 4ºD