El otro día, nuestro profe de Lengua nos dio un artículo periodístico para analizar y posteriormente redactar un texto argumentativo sobre el tema del cual trataba el artículo: los filicidios y el relato del Gobierno sobre ellos.
El artículo, personalmente, me impactó puesto que, no solo describía la crudeza de algunos de estos trágicos casos, sino que también relataba cómo el Gobierno de España manipulaba las cifras, y solo se tenían en cuenta aquellos filicidios que se incluían en la definición de violencia vicaria (es decir, el gobierno solo contabilizaba aquellos casos en los que el asesino era el padre y la víctima legal no era el hijo asesinado, sino la madre). El tema me llamó la atención, y decidí investigar en mi casa un poco más, y llegué a la siguiente reflexión:
Es vergonzosa la continua manipulación de datos que acomete el Gobierno sobre casos reales y trágicos, con el fin de justificar ideológicamente la cada vez mayor financiación de gastos como el Ministerio de Desigualdad y sus políticas sectarias y contraproducentes.
Pero esto no se limita a los filicidios, ocurre también con las violaciones, las peleas, los asesinatos y las agresiones en general, donde solo se registran los casos útiles para el poder y se ignoran y ocultan los sucesos que no sirven para el discurso oficial. Así, el Estado diferencia entre víctimas de primera (las que son útiles para el relato y por ello reciben cuidados especiales) y víctimas de segunda (igual de inocentes que las primeras, pero que al no ser ideológicamente convenientes para el Gobierno son olvidadas y silenciadas). ¿Cómo es posible que, a día de hoy, en un país moderno, se valoren más unos casos delictivos que otros simplemente por el sexo del agresor? No hay nada más sexista que castigar desigualmente a los criminales por ser hombres o mujeres.
Toda esta maquinaria de propaganda tiene un fin:
Justificar la desbocada e inútil financiación del Ministerio de Igualdad. Supuestamente, este derroche de dinero público (más de 500 millones de euros por año) es necesario para reducir la violencia de género. Sin embargo, esto es un sinsentido, porque a pesar de dedicarse cada vez más dinero a este Ministerio, en España aumentan año tras año las víctimas de violencia de género, mientras que en otros países que han dejado de financiar ministerios de igualdad, como por ejemplo Argentina desde el año pasado, se registran disminuciones fuertes de estos casos, ya que se dejó de abordar el problema desde lo ideológico para abordarlo desde el aspecto de la seguridad, el fuerte castigo a los criminales y la protección de todas las víctimas. ¿El resultado? Ahorro de dinero público, pero más importante una caída de los casos de violencia. Este hecho se repite en muchos otros países que han decidido darle un enfoque serio al problema y no usarlo para el beneficio del político de turno.
En conclusión, la violencia debe ser siempre fuertemente condenada, sin importar el sexo del agresor, y el Estado debe defender a todas las víctimas, sean útiles o no para el relato oficial.
Valentín Sousa, 1º Bachillerato A
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